lunes, 13 de enero de 2014

Set dies de Gràcia - Carla Gràcia Mercadé









Carla Gràcia Mercadé es la autora de Set dies de Gràcia, una novela escrita en 5 años que será publicada en Rosa dels Vents y Grijalbo. Un lanzamiento simultáneo del grupo editorial Penguin Random House en el mes de enero. Disponible en librerías a partir del 16 de enero.

«Muchos la han olvidado. Otros la han llamado
"revuelta". Pero fue una guerra. La Guerra de los
Siete Días. Sin descanso. Sin paz. Sin compasión.
[...]
Félix afirmaba que en el mundo solo hay dos
clases de personas: las que matarían y las que,
antes, se dejarían matar. Yo era de las segundas.
Pero hay cosas que lo cambian todo. Una es la
guerra. La otra, los secretos.
[...]
Ahora me toca desvestir los misterios, desenredar
los nudos y tirar del hilo. Porque, aunque
hoy no quede nadie de entonces, tú nos recordarás.
Y nos liberarás de la injusticia de la desmemoria.
Más que eso: te salvarás de la imprudencia
del olvido.»

La Revuelta de las Quintas de 1870 fue una de las
tantas guerras que ha soportado un pueblo para rebelarse
por leyes que únicamente protegen los intereses
de unos pocos mientras truncan la vida de muchos.
El alzamiento tuvo lugar en varias ciudades de España
como Málaga, Béjar o Salamanca, pero en Cataluña
fue más largo y sangriento. La villa de Gracia,
cruelmente asediada por los cañones y las tropas que
disparaban desde la calle Provenza y el Paseo de Gracia
de Barcelona, fue el principal bastión de la resistencia
popular.
Cuenta la leyenda que una mujer sin apellidos ni
pasado fue la voz del pueblo y que, en el momento
más cruel del conflicto, siguió tocando las campanas
de la torre del reloj, frente al ayuntamiento de Gracia,
para mantener viva la lucha.
¿Quién era esa mujer? ¿Qué la empujó a tomar
partido en aquella guerra? Durante los siete días que
duró el alzamiento, descubriremos la vida de Mariana
y todos sus secretos.

La historia de una familia puede ser tan convulsa
como la de un pueblo.


lunes, 17 de septiembre de 2012

CONSEJOS PARA JÓVENES ESCRITORES


Escribir ¿Es un don, una técnica o un arte?
El escritor ¿Nace o se hace?
Si escribir es un don con el que se nace, habrá que desarrollarlo, potenciarlo y practicarlo.
Si es una técnica a desarrollar la deberemos aprender, ejercitar, practicar y potenciar.
Todo eso deberá convertirse tarde o temprano en un arte. La creatividad es el motor y la perseverancia la gasolina.

Escribir no es fácil y tenemos ese gusanillo dentro que es el deseo de transformar en palabras lo que bulle en nuestras cabezas. Nos enfrentamos a la hoja en blanco y, ¿que deberíamos hacer?

Nuestro consejo sería:

Leer. La lectura para el escritor debe convertirse en un hábito y en una necesidad. Lee buenas novelas (recomendable e imprescindible leer también a los clásicos). Lee como parte del aprendizaje en tu carrera como escritor.
Analizar. Mientras lees debes analizar lo que has leído, no seas un lector conformista. Analiza la estructura profunda de la novela, la que no se ve pero que es la tesis del escritor (lo que ha querido decir con esta historia) ¿Ha conseguido trasmitirla?
Analiza también la estructura superficial, cómo ha dicho lo que quería decir, cómo ha sido su manera de contarlo y los recursos utilizados, ¿ha conseguido engancharte? Anótalo todo en tu libreta de escritor y practica con tus propias historias.
Estudiar la técnica. No es lo mismo escribir un pequeño cuento, un diario, artículos periodísticos o una novela. Hay libros y apuntes, talleres literarios o ensayos que pueden orientarte. (por ejemplo: “El viaje del escritor”, de Christopher Vogler o “Morfología del Cuento”, de Vladimir Propp” para hablar de los arquetipos y de la escritura superficial y profunda; “Cómo no escribir una novela”, de Howard Mittelmarrk y Sandra Newman de ejemplos y errores y “Escribir, manual de técnicas narrativas, de Enrique López) Es importante utilizar las herramientas del escritor apropiadamente para ser certeros en nuestros textos: giros, resumen, escenas, secuencias, estructuras, trama y sub-tramas, ejes, ritmo o tono.
Potenciar la creatividad. Planear las escenas desde distintos angulos, darle una vuelta de tuerca a la situación y plantearla desde varios puntos de vista, no dar por acabado un argumento ni una idea hasta darle una y otra vuelta en la cabeza.
Escribir y escribir. No rendirse al desánimo ni al hastío. Perseverar. Obsesionarse y no dejar de escribir. Llevar una libreta siempre con nosotros y apuntar todas las ideas, cualquier idea y luego ir a casa o al bar o a la biblioteca y escribir y escribir.
Aceptar las críticas. Una vez escrito, darlo a leer a alguien profesional para saber sus sugerencias, no ser cerrado a sus comentarios e intentar comprender sus opiniones sin convertirlo en una causa personal y darle una nueva vuelta de tuerca a la historia hasta conseguir que sea redonda.
Ser paciente. Una vez terminada la obra moverla, presentarla a premios, darla a algún agente literario o presentarla a alguna editorial sin sentir el agobio de los nervios. No caer en las falsas expectativas de editoriales que ofrecen servicios de autoedición (porque quemaremos las novelas) o que no tengan capacidad de producción y distribución.
  
Buenos escritos a todos.

Piluca Vega y Fernando Riquelme

miércoles, 5 de septiembre de 2012

CONOCIENDO A: CARLOS JOBANI

Hoy nos cuenta su experiencia Carlos Jobani, que no sólo es nuestro autor más joven también fue el primer autor que contrató la agencia. Carlos además, es un excelente ilustrador. Os dejamos la maravillosa ilustración que ha realizado de uno de los personajes femeninos de su novela Elberg.



CARLOS JOBANI
Barcelona-1989

 Podría empezar diciendo que siempre me ha gustado escribir. Si bien sería bastante acertado –y tópico—, lo cierto es que mis primeras expresiones artísticas fueron plásticas. De pequeño contaba mis historias mediante dibujos y, más tarde, a través de viñetas. Luego me interesé por la narración puramente abstracta construida con palabras y sin imágenes, y descubrí que podía ser incluso más vívida que la constituida por imágenes. Si bien, con seis o siete años, gané el certamen literario de mi escuela    –hazaña que no se volvió a repetir en ninguno de los siguientes años de infancia y adolescencia—, mi desarrollo académico estaba centrado en lo gráfico: mis dibujos eran de sobras conocidos en el instituto y nunca dudé que quería estudiar Bellas Artes. La literatura era una actividad que pertenecía estrictamente a mi intimidad, en raras ocasiones compartida. Fue a los dieciocho años cuando, tras muchos escritos y aventuras, terminé un proyecto con el que me había estado entreteniendo y el cuál había disfrutado enormemente. Cuando tuve el manuscrito terminado, me di cuenta de que aquello era una novela con todas las de la ley, y las pocas personas que lo leyeron parecieron encontrar calidad en aquellos parágrafos. Fue entonces cuando supe que quería dedicarme a la escritura.


            Me puse manos a la obra con otro proyecto, una novela que sería merecedora de ser tenida en cuenta tanto por editores como por lectores. Tardé un año en escribir “Elberg”. Sin embargo, pese a tener la novela lista y pulida, mis contactos con el mundo editorial eran nulos. Ni familiares, ni amigos, ni siquiera conocidos podían informarme de su funcionamiento y mucho menos ponerme en contacto con él. Así que tuve que buscarme la vida. Poco a poco, hice contactos, hablé con editoriales y con agentes. Mi mejor decisión fue apuntarme a un curso de novela, tanto con la intención de aprender como de conocer a otras personas que estuvieran interesadas en el mundo profesional de la literatura. Y fue entre esas personas donde conocí a Página Tres, aunque aún estaban lejos de fundar la agencia. Pasé un año acudiendo cada viernes a las clases y perfeccionando la novela, pero al término seguía sin el compromiso de ningún editor –es difícil que le presten atención alguna a un escritor novel que llama a su puerta con lo puesto, especialmente si es joven —.


            Tal vez fuera una de esas casualidades de la vida; más bien un cúmulo de ellas. Al año siguiente me invitaron a una conferencia en la academia de escritura: un agente literario iba a hablar del mundo editorial. Resultó que ese agente era Joan Bruna, a quien yo había mandado mi manuscrito tiempo atrás y que, justo la semana anterior, me había comunicado muy amablemente que no podían representarme, debido a que la agencia de Sandra Bruna no podía hacerse cargo de más autores. Cuando acabó la conferencia me presenté y me dijo que mi novela, pese a su decisión, le había gustado mucho. Sus palabras debieron ser sinceras, pues esa misma noche, de algún modo, les habló de mí a los miembros de Página Tres. Interesados, me pidieron la novela y decidieron apostar por mí.

            Han pasado varios años desde que me propusiera poner mi novela en las estanterías. He dado muchas vueltas, muchas en vano, algunas fructíferas. Ahora puedo decir que, gracias a Página Tres, ya tengo un pie en el mundo profesional como escritor. Y, con suerte, dentro de algún tiempo podré decir con orgullo: soy un autor con todas las de la ley.

Un saludo,
Carlos Jobani



miércoles, 29 de agosto de 2012

LA FIESTA DE LA HARLEY DAVIDSON


Una camiseta decía: “libertad total” y la música de rock nos aceleraba a unos con otros. Village People, Rolling Stones, Madonna y Deep Purple nos obligaban a salir a la acera y al asfalto a bailar -con el tráfico detenido quien sabe dónde- levantando los brazos, agitando las manos, moviendo las piernas y sonriendo a cualquiera de nuestro lado. 
Chalecos y pantalones de cuero, chupas negras, botas de media caña y gruesas trenzas rubias sobre los hombros de las mujeres Harley Davidson habían detenido el tiempo en ese poblado del sur de Francia. El alboroto no sonaba a pasado sino a presente, un ahora hecho de personas que se han resistido a ser comidas por el Sistema que todo lo devora. 
Un “NO” con mayúsculas como respuesta a un control excesivo y a una legislación agobiante. Un “NO”, hecho de alegría, de felicidad y de insolencia. Un puñetazo en el estómago que empuja a los mequetrefes a los infiernos. 

La camiseta decía: “libertad total” y, nosotros, como escritores deberíamos defenderla a todas horas. La libertad es nuestra, no dejemos que tan sólo nos permitan usarla de cinco a seis, los días pares, con la luz encendida y siempre que no chillemos demasiado. 

Fernando Riquelme y Piluca Vega  

martes, 21 de agosto de 2012

UN BUEN INICIO


Estamos de vacaciones, y en vacaciones no hay nada mejor que disfrutar de lo que más nos gusta. Entre esas cosas está la lectura, así que este verano unimos el placer al trabajo y aprovechamos para adelantar lecturas que tenemos pendientes en la agencia.

Uno de los desencadenantes que despiertan el interés por una historia es el inicio de la misma. Esas primeras páginas harán que el lector se enganche o, por el contrario, desista de su lectura.

Un buen inicio es aquel que en pocas líneas consigue que el lector se haga un montón de preguntas y quiera saber su respuesta. Se trata de plantear el conflicto desde el principio, sin rodeos, sin largas explicaciones; ni tan siquiera un largo resumen sobre la vida del protagonista que puede llegar a cansarnos porque no pasa nada.

El buen inicio es aquel que con brevedad y precisión nos sitúa en un escenario, con un personaje o personajes a los que les sucede algo. Es un juego de artificio que nos mete de lleno en la historia de la que aún no sabemos casi nada, pero que nos engancha.

Podríamos poner mil ejemplos de novelas con buenos inicios, pero seguro que ya os están viniendo a la mente un montón de títulos que os pueden servir de ejemplo.

Y como nosotros también tenemos favoritos os dejamos este de Paul Auster en La Trilogía de Nueva York:

“Todo empezó con un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él. Mucho más tarde, cuando pudo pensar en las cosas que le sucedieron, llegaría a la conclusión de que nada era real excepto el azar.”


Tenerlo presente al comenzar a escribir vuestras historias, merece la pena dedicar tiempo a plantear un buen inicio

Os deseamos unos muy "Buenos Inicios".

Fernando Riquelme y Piluca Vega

martes, 14 de agosto de 2012

LOS DOS ESCRITORES DEL ESCRITOR.


El escritor se mueve, al menos, entre dos escritores que luchan por sobrevivir en su interior. El primero se esfuerza por conseguir su estilo propio, su concepción de la literatura, sus temas y su forma particular de narrar. Lo que quiere decir, lo que dice y cómo lo dice. El segundo se mueve por la necesidad de ser leído, por perseguir los temas de moda, la exigencia del mercado, la exigencia de alcanzar un bombazo literario y su relación con agentes, editoriales y medios de comunicación.
 
Hay dos caminos: seguir el camino propio, encerrarse en la creación personal, sentirse el enemigo del mundo y perseverar en la línea marcada por uno mismo o estar atento a las tendencias, perseguir los temas de actualidad (literatura de mujeres, novela romántica, histórica, fantasy, etc...), contar las historias con estructura de Best Seller (inicio con conflicto, avance con diálogos y escenas visuales, giros constantes, mantener la atención del lector, etc...) e ir como loco persiguiendo de cerca los espejismos.  

Como siempre, la elección es dura y el espesor de la sangre de cada uno u una tendrá mucho que decir al respecto. Es imprescindible seguir el propio olfato, empecinarse en decir las cosas en las que crees, escribir buena literatura y dar alas a la creatividad pero también se necesita estar en el mundo, escoger bien los temas y los tratamientos y escribir sobre temas que interesen a las editoriales y a la gente.

El escritor corre una carrera de fondo y debe tener sobre todo paciencia, olfato y paciencia y no ser un idiota. El éxito fácil nunca es tan fácil como parece y el encerrarse en uno mismo puede asesinarnos sin que nadie se entere de que escribimos tan siquiera.

El escritor debe ser consciente de que tiene dos escritores dentro de él y que debe cuidarlos a ambos por igual.

Piluca Vega y Fernando Riquelme
           Página Tres.   

lunes, 30 de julio de 2012

NO ES UN CAMINO FÁCIL

La literatura no es un camino fácil. 
“No os prometí un camino de rosas...”, nos dijeron. Y es cierto. Es un proyecto duro, a veces casi insufrible, descorazonador. Es luchar contra corriente, contra todos los demás y hasta contra nosotros mismos. 
La literatura consigue hasta hacernos dudar de nuestras acciones, girar ciento ochenta grados, probar otra cosa, cuestionarnos lo hecho y vender una y mil veces el alma al diablo. No es un: “qué bonito”, “qué guay”, “me he emocionado tanto...”, “entre todos los haremos todo”. No.
No es un proceso sencillo ni romántico. Al revés, es cruel, doloroso. Pero es nuestro, tuyo y mío, de cada uno. Es nuestra seña de identidad. No queremos otra. 
Si no estuviéramos aquí no seríamos nosotros. Es nuestro rollo, nuestra razón de ser. Nuestra lucha es una carrera de fondo y aquí estamos. Peleando cada día, a cada momento. No tiraremos jamás la toalla. Estamos juntos en esto.


Fernando Riquelme.
Co-director en Página Tres.